El paisaje como principio: Aguascalientes Ciudad-Matorral
Reflexión sobre identidad, agua y urbanismo en el altiplano
La ciudad tiene que celebrar la vida, no destruirla ¿Por qué celebramos los paisajes grises e inhóspitos? Y peor aún es que nos lo venden como progreso.
Celebrar el paisaje propio
En buena medida la ciudad es el reflejo de las actitudes y valores de los ciudadanos, claro con los pequeños destellos de las individualidades, pero finalmente predomina lo colectivo (incluso la suma de individualismos se puede convertir en identidad colectiva como en Los Ángeles como caso extremo, pero ese es otro tema).
Sin embargo, parece que en Aguascalientes entendemos a la naturaleza como lo opuesto a la ciudad, como si se tratara de una dicotomía y no la verdadera relación simbiótica que existe e ignoramos. La razón de la existencia humana no es trabajar y producir, aunque nuestra ciudad si lo parezca.
Por lo tanto, la regeneración de la ciudad no obedecerá al capital (que simplemente pasará a segundo plano), sino que exaltará la relación simbiótica que tenemos con nuestro medio y sobre todo será una celebración de la vida. Esto no será con bosques urbanos de la extensión de pequeños parques, sino que Aguascalientes será la ciudad-bosque o mejor dicho la ciudad-matorral.
En efecto, nos deberíamos de emocionar más por una ciudad-matorral, tampoco es que el matorral sea mejor ni peor que el bosque, son iguales en el sentido en que ningún ecosistema es mejor a otro por sí mismo, solo que Aguascalientes es la ciudad construida sobre el matorral, fue matorral, será matorral.
El reconocimiento de nuestro ecosistema como parte de nuestra identidad es una conquista, es en parte la superación de nuestros complejos de inferioridad. Podremos encontrar la belleza en la verdad. Basta de los bulevares con cipreses como en Versalles o con palmas como en Los Ángeles (o peor aún la mezcla de ambos como en Colosio).
En Aguascalientes nos conocerán por nuestras mezquiteras y huizacheras.
El agua como derecho y memoria
¿Dónde quedaron los arroyos que corrían por la ciudad y alimentaban al río San Pedro? ¿Dónde quedó el agua que incluso le da el nombre a la ciudad? Nuestros arroyos no deberían de estar sepultados debajo del asfalto, deberían de ser los epicentros de la vida pública, donde la sociedad se encuentre con el medio ambiente.
Ya es momento de ir planteando la recuperación del arroyo de los Adoberos, ese mismo que hoy está debajo de López Mateos. La locura no es de la quien propone recuperarlo, sino de quien cree que es demasiado importante la circulación actual, olvidando que nuestra civilización no durará muchas décadas más a menos que transformáramos nuestra actitud de depredación del planeta.
¿Por qué dar veinte o treinta metros de sección a los autos cuando el transporte público puede mover a la misma cantidad de personas con solo 6 metros? ¿Por qué no considerar las ciclovías que pueden ser permeables y que no requieren la perforación de la corteza terrestre para conseguir petróleo y con este movernos?
El pasto como privilegio
En una ciudad donde el agua escasea ¿Por qué los más privilegiados derrochan el agua para mantener jardines y pastos que nunca usan mientras otros apenas pueden acceder algunos días a esta, siendo insuficiente para garantizar la higiene, salubridad y el funcionamiento mínimo de sus hogares?
Si, el pasto es un privilegio en Aguascalientes, por eso nunca debe de estar en un jardín privado, sino que debe ser un bien público. Un jardín verde nunca será bonito si lo es a costa de los demás y mucho menos cuando existen alternativas de plantas que han evolucionado por millones de años para prosperar sin riegos en el clima local.
Las extensiones de pasto ubicadas estratégicamente permitirán el uso y disfrute del mismo (ya sea para actividades deportivas o simplemente para acostarse y pasar la tarde), sin importar los ingresos del ciudadano o quitándole el acceso al agua a alguien más.
Imaginar la ciudad-matorral
Por esto y más debemos de reconocer y trabajar por un Aguascalientes como ciudad-matorral, donde nuestra relación con el medio no solo sea una de depredación. Donde todos los ciudadanos gocemos y disfrutemos la vida. Es menester darnos cuenta y actuar al respecto, ya fue suficiente la ciega celebración de paisajes grises y de consumo, hay que volver a los principios, a la naturaleza.
Por eso la ciudad-matorral no es un capricho, es un destino y una solución, la única pregunta que queda es cuanto más nos tomará darnos cuenta de esto.
¿Te interesa repensar el paisaje, la ciudad y su memoria?
Publicado originalmente el 8 de febrero de 2021 en LJA.MX como “El paisaje como principio: Aguascalientes Ciudad-Matorral”. Actualizado el 25 de junio de 2025 para mejorar estructura, claridad y enfoque editorial.